Afropoderossa: “En Guinea Ecuatorial todavía tenemos enciclopedias humanas, personas que han vivido la colonización”
Con motivo del Día Mundial de la Mujer Afrodescendiente hablamos con Sílvia Ayang, activista antirracista, feminista y antihomófoba.
- Recientemente has participado como una conferenciante a Tarragona en el marco del FICAC, el Festival Itinerante de Cines Africanos de Cataluña. ¿Qué temáticas se trataron?
Compartimos experiencias personales sobre el racismo, los prejuicios raciales, y el peligro de la Historia Única que siempre percibimos. Como dice la escritora nigeriana Chimamanda Ngozi Adichie, se tiene que romper con el peligro de la Historia Única. Todavía prevalece la visión eurocentrista y no se explica la otra parte. También entre las comunidades migrantes. Por ejemplo, una asistente norteafricana compartió cómo allí también se marginan a los africanos negros por no tener la piel clara.
Fue una charla muy bonita para tener varias visiones e historias. Un espacio seguro y agradable. ¡Parecía que estábamos en el patio de casa intentando solucionar el mundo! Y esto te da pie a sentirte libre para expresarte.
Espacios como estos son maravillosos porque nos dan la oportunidad de ser escuchados, compartir nuestras historias, crear debates y compartir conocimientos y opiniones. Como sociedad, tenemos que estar de forma equilibrada y ser capaces de entendernos. Las persones asistentes también salen de allá con otra mentalidad, y quizás ellas trasladan a otras personas estas ideas. Porque no te deconstuyes porque lo decides un día por la mañana, tienes que tener la inquietud, y estos espacios ayudan a hacer cambiar este chip.
Al final la base es informar, educar y romper esquemas, no reforzando la Historia Única.
- ¿Cómo ha sido tu camino hacia el activismo y las redes sociales?
Yo siempre he sido activista. Pero empecé con las redes sociales como una plataforma donde dedicarme al cabello afro, para enseñar a las mujeres y niñas a dejarse el cabello afro y dar consejos. Con la pandemia todo cambió de rumbo. Recibí mucho odio y me di cuenta de que había mucha ignorancia con respecto a las personas migrantes, las personas negras y el continente africano, así que empecé a hablar más sobre estos temas hasta hoy.
La parte buena de las redes sociales es que llega a todos los rincones del mundo. Nunca he estado en México, pero me escribe mucha gente de allí. También de Inglaterra, por ejemplo. Es importante destacar que no todos los mensajes que llegan por redes sociales son positivos pero, como mínimo, el mío lo es y todo el mundo tiene acceso.
Gracias a las redes sociales también he escrito un libro, o quizás lo hubiera hecho pero más tarde. Al final las plataformas nos conectan y pueden salir cosas de esta unión y conexión, y es lo qué me pasó con la editorial cuando me propusieron por redes escribir un libro. No me lo pensé dos veces, y salió España no se solo blanca que da reconocimiento a todas las personas negras que fueron parte de la historia de España, y prácticamente no se habla. Me parecía importante tener referentes no tan actuales. Se cree que en el estado español no había negros, pero en el siglo XIX y XX sí que había. Y es importante que los tengamos presentes. Es un legado por los más jóvenes. Es una obra juvenil (a partir de 13-14 años) que escribí de forma que todo el mundo lo puedas entender, sin tecnicismos, pero con el objetivo de romper esquemas.
- Una parte importante de tu tarea divulgativa es también dar a conocer tu cultura y tus orígenes.
Sí. Yo soy de Guinea Ecuatorial, que fue colonia española, y por eso hablo español. Soy de una de las etnias del país, que es la Fang. Somos una población que viene de muy lejos, nuestra antepenúltima asentada fue en Sudán del Sur. Después de la invasión musulmana, huimos hasta donde actualmente es el Golf de Guinea y diferentes territorios de la África Central. Somos personas que hemos sobrevivido de la tradición herrera, durante este periodo de estilo nómada. De hecho, en Guinea Ecuatorial, los Fang fueron los primeros en tener una moneda de hierro, que se decía ekwele, hasta que vino la peseta y se acabó.
Nuestra cultura varía, porque el país tiene hasta siete etnias diferentes y cada una tiene su propia lengua, cultura y tradiciones. Esto crea mucha diversidad en el país, que para mí es maravilloso. Mi etnia es culturalmente heteropatriarcal, donde el hombre hetero siempre está por encima de todo, a pesar de que no siempre fue así. Esto pasa con otros territorios africanos, donde sus culturas y tradiciones se modificaron con la colonización. Como Guinea Ecuatorial, un país que no existía, y es producto de la creación de los portugueses que ocuparon aquella tierra 300 años, y después los españoles durante 200 años. Hubo modificaciones muy malas, y otras no tan malas, pero ninguna de buena.
Un aspecto muy positivo es que en Guinea Ecuatorial todavía tenemos enciclopedias humanas, personas que vivieron la colonización. Recuerdo un hombre diciendo: “aquellas personas eran unos salvajes que vinieron aquí a maltratarnos”. La única cosa positiva que nos dieron, dijo, es la religión. A mí me da rabia que agradezcan esto, porque nosotros ya teníamos nuestras religiones. El lavado de cerebro llega hasta pensar que la religión que se nos dio es la verdadera.
En nuestro país, la religión condena la homosexualidad. Y la homofobia, la transfobia o la LGTBIfobia se justifica diciendo que Dios creó a Adam y Eva. No hay nada más allá. Nuestras religiones de antes no condenaban la homosexualidad, pero como han pasado 500 años, la gente ahora no quiere indagar y les resulta más cómodo quedarse con lo que conocen.
- En Guinea Ecuatorial también fundaste la entidad Somos parte del mundo. ¿En qué consiste?
Somos parte del mundo nace a partir de una necesidad de dar visibilidad a la comunidad LGTBI de Guinea Ecuatorial, donde es una parte de la sociedad bastante marginada. La homosexualidad no es un delito, pero la homofobia tampoco. Esto provoca que no le pase nada al agresor. Y a esto se le suma que hay leyes en el país que también prohíben manifestarse. ¿Quién puede vivir dentro de un cajón de este modo? Nuestra tarea, pues, no solo es hacer visible esta situación, sino también ayudar a los más jóvenes. A la mayoría, cuando sus padres descubren que tienen esta condición u orientación sexual, los echan de casa. Estos jóvenes acaban ejerciendo la prostitución y están expuestos a los contagios. Nosotros los acogemos y los ayudamos con los tratamientos sobre VIH, pero también a que recuperen los estudios. Esto lo fomentamos mucho porque hay mucho abandono escolar en las infancias trans. Se les tiene que concienciar que pueden continuar estudiando y continuar su vida. También trabajamos para empoderar a las mujeres guineanas. Todo esto sin poder manifestarnos, y manteniendo la asociación de manera ilegal porque no se puede legalizar en el país.